DianaCastillA

Figurative art is characterized by representing images whose forms can be recognized, sometimes these are lifelike and some others distorted. Western art honored figurative art before the twentieth century trends.
In the work of Diana Castilla an attachment to figuration is appreciated offering a wide variety of themes that include the fantastic, oneiric, strange and illustrative. An exploration on which she is referenced by the chrome images instructing us on an imaginary out of time and space scene; an alternate reality full of magic and dreams.

It is important to mention the predominance of the sweet and tender feminine figures, completely unknown to contemporaneity violence, sighing longing for another era chronologically and geographically distant.
We can appreciate the desire and subtle insistence of the artist to invite the spectator to penetrate its world, populated by spiritual beings like angels and fairies; materialized in real life ballerinas or romantic look virginal women, either between flowers and tropical vegetation, in dark of night alchemical or solemn old scenarios. The wings of fragile creatures in the severity of human beings have always invited to meet the old yearning to fly, to move freely through the air, a constant in the iconography of the heavenly.

This series of paintings fill us with fantasy and pays tribute to the distance and remoteness of the crude story on which we subsist.



El arte figurativo se caracteriza por representar imágenes cuyas formas pueden ser reconocidas, algunas veces de manera fiel a la realidad y otras distorsionada. El arte de occidente privilegió el arte figurativo hasta antes de las vanguardias del siglo XX.
En la obra de Diana Castilla se aprecia un apego a la figuración ofreciendo un abanico de temas que incluyen lo fantástico, onírico, extraño e ilustrativo. Exploraciones en las que la referencia por las imágenes de cromos nos instruye sobre un imaginario fuera de tiempo y espacio, una realidad alterna de magia y sueño.
Cabe destacar el predominio de la figura humana femenina dulce y tierna, ajena completamente a la violencia de la contemporaneidad, añorando el suspiro por otra época distante cronológica y geográficamente.

Podemos apreciar el deseo e insistencia sutil de la artista por invitar al espectador a penetrar su mundo, poblado de seres espirituales como ángeles y hadas; materializados en la vida real en bailarinas de ballet o mujeres de mirada romántica virginal, ya sea entre flores y vegetación tropical, en ambientes oscuros de noche alquímica o en escenarios de solemne antigüedad.
Las alas de frágiles creaturas en la gravedad del ser humano siempre han invitado a cumplir el anhelo antiguo de poder volar, de moverse en libertad por el aire. Una constante en la iconografía de seres celestiales. Esta serie de pinturas nos engolosina de fantasía y rinde tributo a la distancia y alejamiento de la cruda historia sobre la que subsistimos.
M.A. Benjamín Sierra